POR: CLAUDIA YOLANDA RICO PARRA
Evoque gratos y tristes momentos de mi niñez, sentí transportarme en segundos a aquella época mágica e inocente que todos vivimos alguna vez en nuestra vida. Llegaron a mi mente viejas imágenes y voces de la infancia que creí ya no recordaba, me vi a mis seis años de edad preguntándome por qué mis primas mayores podían “descifrar” el significado de las letras que habían en las páginas de los libros y porque yo no lo lograba aunque las observara una y otra vez. Así que cada vez que íbamos de visita a casa de mi tía, le pedía a mi prima que estaba en primero que me enseñara el significado de la o las letras que a ella le habían enseñado es día. Fue de esta manera como incursione en el mundo de la lectura y de escritura, un mundo maravilloso y apasionante para mí. Recordé las tardes de ordeño cuando acompañaba a mis padres; mientras realizaban su oficio escuchaban la radio al tiempo que yo fantaseaba y dejaba volar mi imaginación pensando cómo eran los personajes de la radionovela de Kalimán, la ley contra el hampa y otras. Solo sé que desde ese entonces nació mi gusto e interés por la lectura y la escritura.
Un año más tarde por fin se cumplía mi gran sueño ir a estudiar al jardín. Y hoy 25 años después sentí de nuevo un susurro en mi oído como si fuese ayer “tú serás una gran maestra” Estas fueron las palabras de mi profesora de preescolar. Cariñosa, comprensiva y servicial.
Ella me apoyaba mucho y sé que me quería, no solo porque yo era buena estudiante, sino porque ella sabía que en mi casa pasábamos serias dificultades económicas.
Debido a un accidente que sufrió mi madre papa me retiró del jardín, por más que mi profesora le solicitaba que no lo hiciera.
Al cabo de unas cuantas semanas la profe Nelsy fue a visitarnos y hablo con mamá y papá para que me permitieran regresar de nuevo al jardín. Les contó y mostró lo que yo hacía en las tardes. Eso fue decisivo para que accedieran a las sugerencias de la profesora. Esa misma tarde les mostramos mi hermanita y yo que tanto ella como yo ya podíamos leer algunas frases y oraciones.
Fue entonces cuando mi maestra dijo “tú serás una gran maestra”, esas palabras jamás se borraron de mi mente, además porque durante casi toda mi infancia mis juegos siempre eran de profesora, obviamente yo era la maestra y mis hermanas y primos eran los alumnos; años más tarde, en mi primer embarazo empecé a leerle varios cuentos a mi bebita, recuerdo que de todos los que leí el que más me gusto fue el de “aventuras de un niño de la calle” de Julia Mercedes Castilla, me gustaba cantarle y hasta escribirle, sin saber aún si seria niño o niña pero trataba de imaginar cómo seria. Hoy en día no sé si soy una gran maestra, pero sé que poco a poco se ha ido cumpliendo mi sueño de serlo, de enseñar a hijas y a mis niños de la escuela con el mismo amor, entrega, respeto y cariño con el que mi gran maestra me enseño a mí.
Claudia Yolanda Rico Parra
C.C 52438128 de Bogotá.
Qué bello, Martha Fajardo nos dice quiero ser el maestro que tuve en mi infancia o que hubiera querido tener en mi infancia.
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